lunes, 19 de septiembre de 2016

¡Nomadah y Anekdotikah!

¡¡ Me mudé a www.nomadah.com  !!
Ahí encontrarás todo sobre mis viajes, y en
encontrarás este blog tal cual ¡pero más bonito y con más historias!
y no te pierdas de nada!

¡¡Les mando besos tronados!!


¡Para más fotos sígueme en Instagram también!


:)

domingo, 10 de noviembre de 2013

Un boleto de ida por China Airlines...


Era martes y entré a mi casa azotando la puerta principal, subí y corriendo las escaleras, y llegué al baño justo un segundo antes de vomitar bilis. Había hecho 2 horas con 10 minutos para cruzar sólo media ciudad. Tomé tanto avenidas grandes como atajos y nada,  un trayecto que normalmente hago en 20 minutos me había provocado descompensación, estrés y vómito. Otro día en la ciudad.

Nunca me había puesto tan mal por algo tan trivial, y después de darle mil vueltas descubrí algo que me costaba reconocer: mi cuerpo lo estaba haciendo a propósito. Quería manipularme y hacerme creer que yo era intolerante a la Ciudad de México. Estaba buscando pretextos para sacarme de casa y depositarme en el aeropuerto más cercano y estaba dispuesto a sucumbir al estrés y otras afecciones para demostrarme que la fecha de mi próxima partida debía adelantarse.

Al principio me enojé, y mucho, no quería ceder ante mis impulsos, pero... la verdad es que nada me costaba comprar un boleto de avión y largarme. Después me inventaría algo con que contrariar a mi mediocre director de carrera al tratar de correrme. 

-”Hola, quisiera un boleto de ida vía China Airlines...”

viernes, 13 de septiembre de 2013

México lindo y querido... ya me voy

México es espectacular. Lo que diga se queda corto. Puede opacar a cualquier país. La cosa es que cuando estoy en México la sufro porque no me sé estar quieta. No sé qué significa eso. Claro que los primeros días me eché en una cama a acariciar a mi perro y a comer chilaquiles, como cualquier nostálgico que vuelve, pero ya llegué, ya comí, ya dormí y ya me quiero ir.
Siempre es lo mismo: llego y disfruto enormemente mi cuarto, mi familia, mi comida, y pasan los días y me percato del tráfico, de la contaminación, del exceso de gente. Esto evoluciona en todo tipo de malestares, molestias y quejas internas, que terminan explotando sin lógica en un “tengo que tomar un avión a donde sea.”
Antes me estresaban estos sentires porque no me dejaban tener una vida sedentaria, es decir, me privaban de novio, de trabajo, incluso de escuela. Pero ahora sé que lo raro sería que no ocurriese. Es mi modus vivendi, mi maravillosa, sui generis y ridícula forma de vivir. Estoy contenta con lo que hago y contenta con lo que no puedo hacer a causa de viajar. No pasa nada, así es mi vida.
Cuando regresé de Europa, estuve quieta 4 días exactos. Al quinto, obligué a una amiga a que me acompañara a fingir ser turistas y pasear por la ciudad. Fue increíble. Después de estar media hora en el metro, llegamos al centro de la ciudad, que estaba abarrotada de extranjeros que tenían las mismas intenciones que nosotras: “tomarnos la foto”. Recorrimos la plancha, la catedral y 4 museos. Comimos en el barrio chino y les compramos dulces a los niños que corrían en la calle. Por supuesto que compré un libro de turismo de la ciudad, mismo que traían todos los foráneos junto con su cara de perdidos. Fue lindo, mi país trata bien al que es de fuera, faltaba más.
El gusto me duró una semanita más. Me estaba empezando a volver loca lentamente y no dejaba de pensar en cómo zafarme de los exámenes finales de la universidad para poderme largar a donde fuera. A pie, camión, avión, ¡en burro carajo! Pero Dios escucha y conmigo, creo que hasta se divierte porque entre mis desvaríos, sonó el teléfono con una llamada por cobrar... desde Taiwán.
 

miércoles, 29 de mayo de 2013


Ya en el avión yo sólo quería pisar México. Llegar, llegar, llegar. Mi hermano y yo teníamos asientos separados, y él se fue dormido literalmente todo el tiempo, y yo sin poder pegar el ojo, yo quería escribir, contarle a alguien todo lo que había pasado. De hecho es gracias a esos regresos donde no hago otra cosa más que escribir, que existe este blog. Tengo tantos cuadernos llenos de memorias que posiblemente haya perdido un par sin darme cuenta. 

Este iba a ser un vuelo de 12 horas en donde regresamos 7. Lo que quiere decir que todo el maldito tiempo habrá un sol insoportable entrando por todas las ventanillas. 

Quiero mi casa, mi casa, mi casa. Mi cuarto, mi perro, mi compu. 

Estaba desesperándome como una niña chiquita hasta que se sentó junto a mí la que iba a ser mi one-serve-only compañera de vuelo. Claramente alemana y más o menos de mi edad. La persona atrás de ella empujó su asiento sin querer a lo que ella contestó como de reflejo:

-Ay cabrón. -me miró y dijo: Hola soy Greta
-Hola. Creí que eras alemana.
-Lo soy, pero me casé con un mexicano, así que me toca hacer la maestría allá, en CU. 
-¿De verdad? Te va a encantar CU es de los lugares más bellos de mi ciudad.

Ella había estudiado en Berlín, donde yo había estado hace poco y yo en México, donde ella iba a estar dentro de poco, así que como podrán imaginar no nos paró la boca. 

Y que aterriza el avión. No saben lo que sentí. Como cuando despiertas de un sueño. Desperté satisfecha del viaje, pero sin más ganas de Europa. Este fue un Europa sencillo, facilito. Quién iba a creer que mi siguiente Europa iba a tratarse de cargar 26 kilos de maletas y contar centavos diariamente para ver si me tocaba comer.

Bajé del avión, recogí equipaje, pasé por aduana, y salí corriendo hacia las puertas automáticas, porque afuera, ahí afuera, estaba mi debilidad más grande y también lo que me da fuerzas para seguir haciendo estas locuras, estaba ahí, extrañándome todos los días, estaba ahí ofreciéndome más de lo que cualquiera puede ofrecer, estaba ahí, esperándome con los brazos abiertos... México, mi bella, única, gloriosa, Ciudad de México. 

Llegué al hotel por ahí de la 1am, dejé mis cosas, me cambié, conté las horas para irme y me empecé a poner mal. Temblé, lloré, respiré extraño. Y así, con la ropa de dormir puesta, salí. Hacía frío y no me importó, sabía que era peligroso y no me importó, solamente corrí. Fue raro, una parte de mí no sabía a dónde iba, y la otra tenía todo un plan, tomaba atajos, saltaba rejas.. y que llego a la torre Eiffel. ¿Cliché? Digan lo que quieran, esa torre es mía. Me fui de rodillas y lloré por más de una hora. No quería irme, creo. No quería dejar París, mi París. El pasto estaba mojado por lo mucho que lloviznó en la noche pero igual me acosté. Es tan bella. Me maravilla, me enloquece, me provoca.. me enfrenta. Me reta a quedarme. Y a cambio me ofrece esta vista. A cambio me ofrece ponerme la piel chinita. Ay, París, ¡basta ya! ¡que tengo que irme! Me seduce y me atormenta al mismo tiempo. Y me doy miedo.. nunca me había puesto así y por primera vez me sentía capaz de todo. ¿Qué soy para ti París?¿Una turista más? ¿Una loca que te ama y ya? ¿que no puede dejarte ir? Aunque no lo crean estas preguntas se las grité. Fue un momento espectacular, cierro los ojos y estoy ahí de nuevo. Hacía frío pero gracias a todo lo que corrí me sentía fresca. Estaba en la madrugada, sola a la mitad de la ciudad, pero me sentía segura. Estaba mojada por tirarme al pasto y por llorar tanto pero me sentía viva.

domingo, 21 de abril de 2013


Penúltimo día. Brunch en Maxine´s y lunch acostadas en campo marte. Camila y yo no parábamos de hablar, cosas de niñas. Es curioso siempre usamos esa frase para correr a un hombre. “¿De qué hablan?” “Cosas de niñas” y ellos piensan que hablamos de nuestro periodo, de esmalte para uñas, de maquillaje... No. “Cosas de niñas” significa hablar de niños.

-¿No vas a regresar con Beto?
-¡Qué presión con ese tema! ¿Tú vas a regresar con Lorenzo?
-No es lo mismo.
-Bueno, no.
-Beto te adora, yo sólo digo que no desperdicies eso que tienen, que muchos no tenemos.

Cami se veía mal, y no lo había notado hasta que dijo eso último.

-¿Hay algo que quieras contarme Cam?
-Mis papás se están divorciando.
-Lo siento.. no sabía.
-Me da igual que se divorcien, igual no se hablan.. pero me gustaría tener algún apoyo como un novio para pasar por esto, eso es todo.
-Si quieres te rento a Beto.
-¡Ay Nicole!

Nos quedamos dormidas en el pasto y despertamos porque unas chiquillas italianas estaban haciendo mucho ruido. Y claro, habían venido hasta París, tenían que tomarse la típica foto delante de la torre Eiffel saltando todas al mismo tiempo. Y cuál va siendo nuestra sorpresa que las escuinclas de unos 14 años eran gimnastas y no sólo saltaban y sonreían sino que hacían maromas en el aire, black flips, splits, splats, de todo. De verdad impresionante. Esa fue nuestra llamada a irnos.

En la tarde, después de huir de unos árabes que querían tomarse una foto con nosotras, fuimos a mi hotel. Jerôme nos invitó pastis en el lobby. Y como de telenovela mexicana: justo cuando estamos brindando aparece Beto (como ya les había contado Beto y Jerôme se odian a muerte). Se saludaron como si nada y se ofrecieron las sonrisas más falsas que he visto. Claro que fue incómodo, tanto como para mejor despedirnos. Yo quería subir a dormir, estaba harta de tanto sol y cansada por lo que había pasado.

Último día completo:
Ahora sí, último día entero en París, mañana parte nuestro avión en la tarde y no sé si estoy feliz o triste... Triste de dejar París pero feliz porque hoy iremos a pasear a un lugar maravilloso...

En el camión que nos llevaba a vaux le vicomte tuve una conversación con Cam que cambió todo.

-Ayer después de que nos despedimos fui a caminar con Beto.
-Cam, no sigas con el tema, ya es aburrido -dije sin apartar la mirada del libro que llevaba en manos.
-¿Te acuerdas de Ana Caro Alcántara?
-Como no voy a acordarme si es con quien mas salgo en el DF, la tengo en casi todas mis clases. De hecho en semana santa vamos a ir a Playa del-
-Está viendo a Beto.
-¿Cómo?
-Están saliendo, viéndose, besándose, qué sé yo..
-¿Eso te dijo?
-No necesitaba decirlo apenas tocamos el tema y se empezó a poner mal. Me pidió que no te dijera.. él está muy arrepentido y si tú le dieras una opor-
-¿Tú estás loca Camila? ¡Por supuesto que no le doy nada! ¿Ana Caro con Alberto? ¿Estás segura?
-Nic, no sé si fue bueno decirte pero si esto se hace más grande no puedes estar sin saber.
-Claro, Cam, no te preocupes.. no importa..

El resto del camino nos fuimos sin hablar y yo como idiota poniendo canciones tristes que van perfecto con el clima. París, frío y gris... como yo. Dejà vu.

sábado, 6 de abril de 2013



<< Álvaro regresa en tres días para comer e irnos al aeropuerto. De a ratos siento que acabo de llegar y no que ya me voy a ir... >>

Ese día volvimos a comer con los polacos y llevamos a la turca a dar un tour religioso porque sabe poco de las religiones que no son la suya. Comimos mucho pato y bebimos mucho vino tinto. En la noche nadie hizo nada, así que yo me fui al hotel de Jerôme, donde me quedo desde que soy una niña. Estuve muchas horas pegada al balcón viendo a Doménico entrar y salir de su restaurante, a unos franceses celebrando la llegada de un bebé en un bar y al mesero alemán de la burger house corriendo hacia su coche para salir volado a reventarse. Motos y cigarros, así es esta calle, nunca pasa nada más. Y esta es toda mi vista, atravesando la calle hay un edificio igual de alto que éste y con el mismo diseño pero no es hotel, son departamentos. Y cuando mi vista no se dirige a la calle se dirige a la ventana de mi vecino de enfrente, que por algún motivo se la vive paseándose por su casa en calzones... nada mal, nada mal.